PODERÃO MIL VEZES APAGAR O
CONHECIMENTO DOS ACONTECIMENTOS ONDE QUER QUE SEJA, DESDE OS "MAIS
OBSCUROS RINCÕES" DA TERRA!
PODERÃO MIL VEZES OBRIGAR MILHÕES
A MIGRAR FUGINDO À FOME, À DOENÇA, À MISÉRIA,OU COMPELIDOS PELAS ALTERAÇÕES
CLIMÁTICO-AMBIENTAIS!
PODERÃO MILHÕES DE VEZES DERRAMAR
O SANGUE DOS JUSTOS!
NEM POR ISSO ALGUMA VEZ VÃO
VENCER, POR QUE GERAÇÃO APÓS GERAÇÃO LEVANTAR-SE-ÃO DO CHÃO AINDA MAIS MILHÕES
E MILHÕES, QUE LUTARÃO AINDA MAIS INTENSAMENTE PELAS CAUSAS MAIS LEGÍTIMAS DE
SUAS ASPIRAÇÕES: A INCESSANTE BUSCA PELA LBERDADE, PELA DIGNIDADE, PELA JUSTIÇA
SOCIAL, PELO AMOR DEVIDO A TODA A HUMANIDADE E PELO RESPEITO IMENSO QUE SE DEVE
À MÃE TERRA!
DECLARACIÓN DEL FRENTE
ANTIIMPERIALISTA INTERNACIONALISTA SOBRE LA SITUACIÓN EN HONDURAS
29 julio, 2019 Por Frente
Antiimperialista Internacionalista
El Frente Antiimperialista
Internacionalista ha considerado necesario elaborar y hacer pública una
reflexión sobre la crítica situación en la que se encuentra Honduras, que en
primer lugar es necesario describir brevemente, puesto que se trata de una
realidad silenciada por los medios e ignorada por gobiernos e instituciones que
sin embargo se declaran preocupados por las “violaciones de derechos humanos”
en otros países latinoamericanos.
En los últimos meses, Honduras ha
sido el escenario de masivas protestas ciudadanas en contra de dos decretos
aprobados por el Congreso a finales de abril y encaminados, en la práctica, a
la privatización de la sanidad y la educación. La reacción del gobierno de Juan
Orlando Hernández ante estas protestas ha sido netamente represiva. Sin
embargo, la violencia empleada contra los manifestantes no solamente no ha
puesto fin a las movilizaciones sino que ha terminado llevando a una parte
importante de los miembros de la Policía Nacional a sumarse a las huelgas y
manifestaciones. El gobierno de Orlando no ha dudado entonces en recurrir a las
Fuerzas Armadas para reprimir las protestas, habiéndose producido al menos dos
muertes. En esta coyuntura se produce, además, el despliegue en Honduras de
tropas norteamericanas, concretamente de 300 efectivos de la Fuerza de Tarea
Aeroterrestre de Infantería de Marina de Propósito Especial del Comando Sur.
El apagón informativo del que es
objeto esta situación resulta si cabe más vergonzoso cuando consideramos estos
últimos acontecimientos en su contexto. La situación socioeconómica está
considerada como catastrófica por los organismos internacionales (Banco
Mundial, UNICEF, PNUD…), y hay razones para considerar que se trata del país
más pobre de América Latina: la pobreza alcanza al 67,4% de la población, y el
42% de hogares y el 76% de la población indígena se encuentran en situación de
pobreza extrema. El 30% de la población padece desnutrición crónica, el 18% no
tiene acceso a los servicios básicos y el 32% no dispone de saneamientos. Sólo
el 29% de los niños y niñas termina la escuela primaria y el 13% de niños y
niñas entre 5 y 14 años trabaja. Como colofón, Honduras registra la tasa más
alta de homicidios del mundo (56,52 homicidios por 100.000 habitantes).
A estas condiciones se añade que
Honduras se encuentra de facto en un estado de excepción constitucional desde
hace diez años. El 28 de junio de 2009 se produjo un golpe de Estado militar
contra el legítimo Presidente hondureño, Manuel Zelaya, que comenzaba a dar
impulso a varias reformas político-económicas de calado y a sumar a Honduras al
proceso bolivariano. El golpe acaba con el mandato de Zelaya y conduce al
nombramiento como presidente de facto a Roberto Micheletti, que no es
reconocido por ningún gobierno del mundo. En 2010, en unas elecciones sin
garantías, es nombrado presidente Porfirio Lobo, quien es reconocido al día
siguiente por EE.UU. y Canadá.
De nuevo tras una serie de
maniobras de dudosa legalidad que continuaron impidiendo a Zelaya concurrir
como candidato, fue declarado vencedor de las elecciones en 2013 el que todavía
sigue siendo Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández. Si bien ya en
aquella ocasión hubo quienes afirmaron que las elecciones habían sido
manipuladas, el verdadero despropósito fue su reelección, completamente
fraudulenta, en 2017. Incluso la Secretaría General de la OEA señaló una larga
serie de graves irregularidades y negó la más mínima fiabilidad al resultado;
el Secretario General de la Organización llamó a la repetición de las
elecciones.
Honduras es un país devastado no
solo por la pobreza sino también por la violencia ejercida por una oligarquía
que recurre con total impunidad a la Policía (que en parte está militarizada),
al Ejército e incluso a sicarios, como pone de manifiesto y se trata solo del
caso con mayor repercusión internacional, el asesinato de la activista Berta
Cáceres. En los últimos años el gobierno hondureño ha dedicado el 5,82% de su
PIB a defensa, lo cual evidencia la absoluta despreocupación por la terrible
situación en la que vive la inmensa mayoría del país, y desde la reelección
fraudulenta de Juan Orlando Hernández la situación ha continuado deteriorándose
en el último año, produciéndose emigraciones masivas cuyas remesas representan
el 21% del PIB del país.
Honduras es considerado
actualmente como un país en que todo es posible, pero no pasa nada. La
corrupción en el Ejército, la Policía, la administración y la política es
estructural, crónica y masiva (existe un 90% de impunidad en los crímenes). La
dependencia geoestratégica y económica impide cualquier política dirigida a la
independencia y la soberanía nacional. Una parte importante del país está
controlada por las maras y el narcotráfico.
La comparación superficial de los
casos de Honduras y Venezuela y de la respuesta proporcionada por la
autodenominada “comunidad internacional” en cada caso, hace evidente el doble
rasero de nuestros gobiernos y de las organizaciones internacionales. Mientras
las injerencias en el caso de Venezuela son permanentes y se justifican
distorsionando y desfigurando la realidad del país, la “comunidad
internacional” no reacciona de ningún modo ante la situación trágica en la que
se encuentran los hondureños, y si toma alguna iniciativa, lo hace de modo que
la perpetúa y agrava.
El Estado español no ha sido
ajeno a este proceso. Desde el 2014 mantiene un proyecto de cooperación,
denominado “Gobernabilidad democrática y estado de derecho”, cuyo fin es ayudar
a crear un Código Procesal que la oposición y los indígenas consideran que está
dirigido a criminalizar las protestas sociales y a legitimar el actual sistema
judicial hondureño. A ello se suma que tras el fraude electoral de 2017 la
Embajada española intervino a favor del reconocimiento de José Orlando
Hernández.
El gobierno español se conduce,
pues, con una hipocresía vergonzosa. Por un lado, expresa su preocupación por
las supuestas violaciones de derechos humanos en Venezuela; además acoge,
haciendo un uso impropio del estatus jurídico de refugiado, a una oligarquía
que conspira, desde Madrid, para derrocar a Maduro; y para colmo da cobijo en
la Embajada en Caracas al prófugo Leopoldo López. Por otro, sin embargo, guarda
silencio e incluso coopera activamente con un gobierno carente de cualquier legitimidad
democrática, obviando la situación terrible que se vive en Honduras y
evidenciando que, en este caso, no le preocupan los derechos humanos, ni las
elecciones libres, ni la pobreza.
La comparación entre los casos de
Honduras y Venezuela no es arbitraria: el despliegue de 300 marines en Honduras
precisamente cuando el gobierno usurpador de Juan Orlando Hernández se tambalea
bajo la presión popular evidencia que estos acontecimientos se insertan en un
contexto geopolítico de dimensiones como mínimo continentales:
Históricamente, EE.UU. ha
intervenido en 64 ocasiones en 20 estados de América Latina. Estas
intervenciones van desde la apropiación militar de grandes extensiones
territoriales (México, 1846) a promover golpes de estado (Chile, 1973), pasando
por la ocupación de países durante décadas (Cuba 1906, Nicaragua, 1912). 36 de
estas 64 intervenciones han sido abiertamente militares.
En lo que se refiere
concretamente a Honduras, EE.UU. invadió este país en 1924. En 1981 la ocupa de
nuevo militarmente para formar y apoyar a la contra nicaragüense. En 1984
refuerza su presencia en apoyo a la contra. Actualmente EE.UU. tiene 13 bases
militares en territorio hondureño.
El golpe contra Zelaya y su
posterior inhabilitación para concurrir de nuevo a las elecciones, constituyó
el primer eslabón de una cadena de maniobras desestabilizadoras (desde la
retorsión de la arquitectura constitucional a los juicios-farsa) cuyo objetivo
era y sigue siendo, poner fin a los gobiernos bolivarianos de Uruguay, Brasil,
Ecuador, Argentina y Venezuela. Las masivas protestas del pueblo hondureño,
igual que las movilizaciones en Argentina, Brasil o Ecuador, constituyen focos
de resistencia inesperados con los que los intentos de restauración en América
Latina del viejo orden bajo batuta de Washington no contaban. Esas
movilizaciones populares justifican que alberguemos la esperanza de que será
imposible revertir por completo el ciclo histórico abierto a finales de los 90
para toda América Latina.
Por otra parte, la atención prestada
por Washington a la situación en Honduras no se puede explicar sin tener en
cuenta la existencia en este país de trece bases militares que sin duda pueden
formar parte del plan de hostigamiento contra Venezuela, reafirmado todavía
durante la presidencia de Barack Obama e intensificado bajo el gobierno de
Donald Trump. A los intereses geoestratégicos de EE.UU. se añaden, además, los
intereses económicos de Canadá, que controla las industrias extractivas del
país y las gestiona de modo especialmente dañino para las comunidades
indígenas.
Honduras es un caso en el que
fracasan sistemáticamente los procedimientos habituales para su control y
sometimiento: golpes de estado, elecciones fraudulentas, asesinatos selectivos,
… Esa es la razón por la que EE.UU. ha decidido enviar tropas que colaboren
activamente en la represión de toda forma de resistencia que intente cambiar la
situación actual.
El Frente Antiimperialista
Internacionalista, por tanto, condena una vez más la injerencia norteamericana
en Latinoamérica en general y en Honduras en particular y repudia asimismo la
complicidad sumisa y el silencio hipócrita de los gobiernos de España y de
Europa.
El Frente Antiimperialista
Internacionalista, por último, expresa su apoyo a las movilizaciones sociales
del pueblo hondureño y alberga la esperanza de que al fin, diez años después,
se ponga fin a la situación de usurpación que comenzó con el golpe contra
Zelaya y que persiste desde entonces.
(Descargar en PDF)
LLAMAMIENTO A LA CAMPAÑA: DÍA
INTERNACIONAL DE LOS CRÍMENES ESTADOUNIDENSES CONTRA LA HUMANIDAD
En agosto de 2018, el Presidente
de Bolivia, Evo Morales, anunció al mundo una Campaña promovida por un grupo de
intelectuales latinoamericanos para declarar el día 9 de agosto como Día
Internacional de los Crímenes Estadounidenses Contra la Humanidad. En ese
día de 1945, EEUU lanzó su segunda bomba atómica sobre la ciudad japonesa de
Nagasaki.
Este llamamiento fue muy bien
acogido y apoyado por la población latinoamericana y la dirigencia de los
países que han sufrido y están sufriendo el hostigamiento incesante y criminal
del imperialismo norteamericano para imponer su dominio absoluto en el
hemisferio.
Por el contrario, este
llamamiento apenas tuvo eco en los países centrales, en particular, en aquellos
como el estado español en los que, siendo potencias subordinadas, sus actores
políticos, jurídicos, empresariales, mediáticos y militares, juegan un papel
esencial de complicidad y participación en la guerra que libra el imperialismo
contra los países que no se someten.
El Frente Antiimperialista Internacionalista
sostiene que la guerra imperialista abarca todo tipo de intervenciones sobre
quienes dificultan impiden o se resisten a la dominación de los EEUU y sus
aliados: guerra económica, guerra mediática, acoso político y judicial,
ejércitos mercenarios, grupos terroristas y todo tipo de criminalización de sus
víctimas.
La historia es implacable: EE.UU.
ha intervenido en 64 ocasiones en Latinoamérica, en 20 estados, 36 de ellas con
acciones militares; más de 35 veces lo ha hecho directamente desde 1945 hasta
la actualidad en diversas partes del mundo, y en innumerables ocasiones y de
forma permanente lo hace de forma encubierta. Refuerza el militarismo con
instrumentos como la OTAN, vulnera de forma cada vez más explícita y creciente
el derecho internacional, incumple sus compromisos e instrumentaliza las
instituciones y tratados internacionales.
Por tanto, consideramos
primordial que esta campaña sea apoyada desde los países centrales como
resistencia y lucha contra aquellos gobiernos que sostienen una política
seguidista y subordinada a los EE.UU. a pesar del daño y el riesgo que supone
para sus pueblos.
Hacemos un llamamiento a apoyar
la Campaña cuyo contenido se recoge en la Declaración Mundial Contra los
Crímenes Estadounidenses Contra la Humanidad, que se transcribe a
continuación.
La campaña puede ser apoyada
individual o colectivamente, firmando la adhesión en el formulario que
figura abajo, adhesiones que serán transmitidas a los promotores de la campaña
internacional. Ulteriores acciones de esta Campaña serán debidamente anunciadas
en nuestra web.
DECLARACIÓN MUNDIAL CONTRA LOS
CRÍMENES ESTADOUNIDENSES A LA HUMANIDAD
Texto redactado el 17 de Julio de
2017 por el sociólogo Atilio A. Boron, el escritor Alejo A. Brignole, la
investigadora Telma Luzzani, la periodista y la escritora Stella Calloni, en el
marco de la campaña por el 9 de agosto – Día Internacional de los Crímenes
Estadounidenses Contra la Humanidad.
NOSOTROS, LOS PUEBLOS Y NACIONES
DEL MUNDO, DECLARAMOS:
I
Que la civilización, entendida
como expresión plural, diversa y multicultural que da cobijo a todas las
manifestaciones humanas, a la convivencia entre los pueblos y provee el marco
natural para el desarrollo pleno del ser humano, reprueba y condena enérgicamente
las acciones políticas y militares estadounidenses en todo el mundo que
vulneran flagrantemente las convenciones internacionales, los valores
humanistas y los protocolos del derecho internacional expuestos en el marco de
las Naciones Unidas y en organismos creados para hacer posible la justa
convivencia entre los pueblos.
POR TANTO:
DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS las
reiteradas expresiones del horror programado practicadas por los diversos
aparatos estatales de Estados Unidos en todo el mundo. Condenamos además sus
intentos de legitimar la violencia militar y diplomática que ejerce, apelando
en sus discursos y proclamas a principios democráticos y republicanos, los
cuales son vulnerados tanto en su política exterior, como interior.
DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS que
Estados Unidos a lo largo de todo el siglo XX, y en lo transcurrido de este
siglo XXI, haya fomentado, utilizado, perfeccionado y legalizado la tortura
como método para alcanzar objetivos económicos, represivos y de dominación
ideológica. Entendiendo que esta utilización sistemática, continua y organizada
metodológicamente, ha terminado por naturalizar todo aquello que la
civilización debe erradicar: el terror, el abuso cruel y despiadado de unas
personas contra otras, la dominación de unas naciones por sobre el resto, el
terrorismo de Estado, y la desintegración de la voluntad moral que todo persona
humana debe poseer, pero que el temor a la tortura desvanece.
DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS las
irrefutables muestras dadas por Estados Unidos como un Estado torturador que no
sólo aplica, sino que legitima la violencia, organizando recursos y personas
para la tortura, desplegando estas capacidades en todo el mundo, publicando
manuales para instruir sobre formas de tormento y entrenando especialistas para
la estas tareas de lesa humanidad.
DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS las
acciones unilaterales de Estados Unidos en todo el mundo que, pretendiendo ser
legales utilizando los foros democráticos mundiales como las Naciones Unidas
contravienen todo principio de convivencia entre las naciones, generando
guerras innecesarias y millones de muertos dispersos en múltiples conflictos,
junto a la destrucción de ciudades e infraestructuras en todo el mundo,
llevando de esta manera la degradación, la muerte y la desesperación a millones
de seres humanos, por el simple hecho de no aceptar las políticas impuestas por
Washington.
DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS que
Estados Unidos sea poseedor de un millar de bases militares en todo el mundo,
pues esta presencia convierte a ese país en una nación colonialista, opresora e
irrefutablemente imperialista que no solo pervierte los ideales humanistas con
que fue fundada en 1776, sino que además convierte al resto del mundo en un
campo cautivo de su poderío militar, sin que ningún organismo o foro internacional
lo autorice o habilite.
DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS que
Estados Unidos realice asesinatos selectivos en todo el orbe, que financie y
construya centros clandestinos de detención de personas, que promueva la
persecución política seguida de muerte o tortura para miles de intelectuales,
activistas y líderes sociales que no comulgan con las estrategias de Estados
Unidos en el mundo, entendiendo que tales prácticas promueven un sistema de
convivencia internacional retrógrado y que degrada la civilización.
DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS que
Estados Unidos ejerza en su diplomacia y con su poder militar y económico,
vulneraciones reiteradas, intencionales y programadas, de gran parte de los
principios contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sancionada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, convirtiendo a Estados
Unidos en la nación que más ha vulnerado y vulnera actualmente todos los
artículos contenidos en dicha Declaración Universal. Y que, por tanto, debe ser
considerada una nación peligrosa para la convivencia mundial y contraria a todo
humanismo, pues promueve la disolución de los lazos fraternos que deben ser la
base de la civilización, lesionando la concordia entre las naciones.
Los pueblos y naciones del
mundo DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS las acciones militaristas, los
intervencionismos armados y las injerencias políticas de Estados Unidos en
diferentes países, cuyas consecuencias más visibles son la muerte, las
hambrunas, la destrucción de tejidos sociales e infraestructuras básicas que
mediante bombardeos, invasiones y ataques por tierra y aire, consiguen arrasar
todo aquello que no conviene a la supremacía global estadounidense,
convirtiendo al planeta en un lugar inestable y condenado al sufrimiento,
solamente para satisfacer las apetencias de un solo Estado nacional dominante y
carente de una moral humanista efectiva.
Por último, DENUNCIAMOS Y
CONDENAMOS todo intento propagandístico y discursivo por parte de Estados
Unidos, de mostrarse como una nación defensora de la humanidad, de la
democracia y de los mejores ideales para la convivencia internacional, pues
nada de ello resulta coherente con las acciones constatables en su historia
moderna. Hoy sabemos que los recursos que Estados Unidos destina a ayudas
humanitarias y proyectos de cooperación e incentivos a la democracia, son
concebidos para obtener resultados estratégicos o para instalar el concepto de
que Estados Unidos es una nación benefactora, en vez de un Estado agresor que
tortura, oprime y limita el desarrollo de naciones y sociedades en todo el
mundo.
II
Porque las acciones militares y
políticas estadounidenses han vulnerado de muchas y muy variadas maneras la
dignidad humana, sembrando la muerte, la desnutrición, el atraso económico,
promoviendo y financiado dictaduras, asesinando militantes y dirigentes humanistas,
desapareciendo y torturando masivamente a personas, bombardeando ciudades y
poblaciones civiles indefensas…
DECLARAMOS Y ADVERTIMOS: Que para
su subsistencia, las generaciones futuras deberán comprender y luego actuar
políticamente para poner fin a la filosofía necrófila, militarista e
imperialista que los Estados Unidos de América aplica con sus crímenes
internacionales, incluidos los graves delitos ecológicos que perpetra para su
exclusivo beneficio económico y el de su empresas trasnacionales diseminadas en
todo el mundo, dilatando, además, la firma de protocolos internacionales y
malogrando acuerdos para la defensa ecológica y la reducción de
contaminaciones.
Que las guerras preventivas, las
torturas programadas y la persecución de opositores junto a la devastación de
ecosistemas en todo el planeta impuesta por una filosofía del lucro infinito,
deben cesar. Y para que ello ocurra, los pueblos del mundo tienen el imperativo
de responder a la destrucción sistemática que impone la política exterior de
Washington.
Que sin desconocer ni abjurar de
las múltiples aportaciones del pueblo y la sociedad estadounidenses al género
humano en el campo de las ciencias, la cultura, el arte y el progreso
tecnológico, debemos condenar todo aquello que pervierte, degrada y diluye esos
valiosos aportes al mundo, comprendiendo y defendiendo la idea que ninguna
nación tiene mayor derecho sobre otra, ni ninguna cultura, ser humano sociedad
puede arrogarse el derecho a la dominación y a tutelas de ningún tipo.
POR TANTO: Ante la multitud
de crímenes estadounidenses contra la Humanidad, designamos una fecha
conmemorativa en homenaje a esos pueblos, países y sociedades que fueron
aplastados por la voluntad y la ambición de un único Estado que busca someter
por diferentes métodos a casi todas las naciones del orbe. Desde las remotas
islas de Pacífico, a los Estados Europeos, desde África Subsahariana, Oriente
Medio, Asia o América Latina, todas han sufrido en su suelo los estragos del
militarismo y la diplomacia intervencionista de Estados Unidos.
En esta perspectiva histórica y
humanista, que está libre de ideologías sectarias, más que los que alienta un
humanismo universal y horizontal…
PROMOVEMOS: Que el día 9 de
agosto sea reconocido por las naciones de mundo, como el DÍA INTERNACIONAL
DE LOS CRÍMENES ESTADOUNIDENSES CONTRA LA HUMANIDAD, por ser aquel 9 de agosto
de 1945 el día en que la ciudad de Nagasaki fue innecesariamente destruida por
un segundo ataque atómico. Bombardeo de magnitudes genocidas que se realizó con
el fin de enviar un mensaje disuasorio a la Unión Soviética sobre el poderío
estadounidense y que ocasionó una masacre brutal entre la población civil. Vaya
esta fecha como una más de las muchas que podrían servir como un recordatorio
oprobioso para la civilización sobre el rol estadounidense en la historia del
último siglo y su desprecio por la vida humana.
Todos los pueblos del mundo que
se sientan unidos por ideales fraternos, por principios de convivencia pacífica
y de concordia en la diversidad, pueden alzar esta consigna universal para
permitir que la Civilización continúe un derrotero edificante basado en la
igualdad ante la ley y con un derecho internacional liberado de hegemonías y
dominaciones sectarias.
LAS Y LOS ABAJO FIRMANTES, QUE
NOS DECLARAMOS MILITANTES POR OTRO MUNDO POSIBLE, MÁS PACÍFICO, COOPERATIVO,
RESPETUOSO CON LA MADRE TIERRA Y LIBERADO DE COLONIALISMOS Y MILITARISMOS,
DECLARAMOS A ESTADOS UNIDOS, SU GOBIERNO Y SUS GRANDES CORPORACIONES COMO
ACTORES QUE PONEN EN PELIGRO LA CONTINUIDAD HUMANA EN EL PLANETA Y EL PROGRESO
DE LA CIVILIZACIÓN.
QUE LA PAZ ENTRE LAS PERSONAS DE
BUENA VOLUNTAD SEA SIEMPRE EL LENGUAJE QUE NOS UNA Y NOS CONDUZCA A UN
CRECIMIENTO COMPARTIDO.
(Descargar Llamamiento, en PDF)
(Descargar CARTEL)
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