quinta-feira, 1 de agosto de 2019

A situação nas Honduras e o Dia Internacional Contra os Crimes dos EUA


PODERÃO MIL VEZES APAGAR O CONHECIMENTO DOS ACONTECIMENTOS ONDE QUER QUE SEJA, DESDE OS "MAIS OBSCUROS RINCÕES" DA TERRA!

PODERÃO MIL VEZES OBRIGAR MILHÕES A MIGRAR FUGINDO À FOME, À DOENÇA, À MISÉRIA,OU COMPELIDOS PELAS ALTERAÇÕES CLIMÁTICO-AMBIENTAIS!

PODERÃO MILHÕES DE VEZES DERRAMAR O SANGUE DOS JUSTOS!

NEM POR ISSO ALGUMA VEZ VÃO VENCER, POR QUE GERAÇÃO APÓS GERAÇÃO LEVANTAR-SE-ÃO DO CHÃO AINDA MAIS MILHÕES E MILHÕES, QUE LUTARÃO AINDA MAIS INTENSAMENTE PELAS CAUSAS MAIS LEGÍTIMAS DE SUAS ASPIRAÇÕES: A INCESSANTE BUSCA PELA LBERDADE, PELA DIGNIDADE, PELA JUSTIÇA SOCIAL, PELO AMOR DEVIDO A TODA A HUMANIDADE E PELO RESPEITO IMENSO QUE SE DEVE À MÃE TERRA!

DECLARACIÓN DEL FRENTE ANTIIMPERIALISTA INTERNACIONALISTA SOBRE LA SITUACIÓN EN HONDURAS

29 julio, 2019  Por Frente Antiimperialista Internacionalista

El Frente Antiimperialista Internacionalista ha considerado necesario elaborar y hacer pública una reflexión sobre la crítica situación en la que se encuentra Honduras, que en primer lugar es necesario describir brevemente, puesto que se trata de una realidad silenciada por los medios e ignorada por gobiernos e instituciones que sin embargo se declaran preocupados por las “violaciones de derechos humanos” en otros países latinoamericanos.

En los últimos meses, Honduras ha sido el escenario de masivas protestas ciudadanas en contra de dos decretos aprobados por el Congreso a finales de abril y encaminados, en la práctica, a la privatización de la sanidad y la educación. La reacción del gobierno de Juan Orlando Hernández ante estas protestas ha sido netamente represiva. Sin embargo, la violencia empleada contra los manifestantes no solamente no ha puesto fin a las movilizaciones sino que ha terminado llevando a una parte importante de los miembros de la Policía Nacional a sumarse a las huelgas y manifestaciones. El gobierno de Orlando no ha dudado entonces en recurrir a las Fuerzas Armadas para reprimir las protestas, habiéndose producido al menos dos muertes. En esta coyuntura se produce, además, el despliegue en Honduras de tropas norteamericanas, concretamente de 300 efectivos de la Fuerza de Tarea Aeroterrestre de Infantería de Marina de Propósito Especial del Comando Sur.


El apagón informativo del que es objeto esta situación resulta si cabe más vergonzoso cuando consideramos estos últimos acontecimientos en su contexto. La situación socioeconómica está considerada como catastrófica por los organismos internacionales (Banco Mundial, UNICEF, PNUD…), y hay razones para considerar que se trata del país más pobre de América Latina: la pobreza alcanza al 67,4% de la población, y el 42% de hogares y el 76% de la población indígena se encuentran en situación de pobreza extrema. El 30% de la población padece desnutrición crónica, el 18% no tiene acceso a los servicios básicos y el 32% no dispone de saneamientos. Sólo el 29% de los niños y niñas termina la escuela primaria y el 13% de niños y niñas entre 5 y 14 años trabaja. Como colofón, Honduras registra la tasa más alta de homicidios del mundo (56,52 homicidios por 100.000 habitantes).

A estas condiciones se añade que Honduras se encuentra de facto en un estado de excepción constitucional desde hace diez años. El 28 de junio de 2009 se produjo un golpe de Estado militar contra el legítimo Presidente hondureño, Manuel Zelaya, que comenzaba a dar impulso a varias reformas político-económicas de calado y a sumar a Honduras al proceso bolivariano. El golpe acaba con el mandato de Zelaya y conduce al nombramiento como presidente de facto a Roberto Micheletti, que no es reconocido por ningún gobierno del mundo. En 2010, en unas elecciones sin garantías, es nombrado presidente Porfirio Lobo, quien es reconocido al día siguiente por EE.UU. y Canadá.

De nuevo tras una serie de maniobras de dudosa legalidad que continuaron impidiendo a Zelaya concurrir como candidato, fue declarado vencedor de las elecciones en 2013 el que todavía sigue siendo Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández. Si bien ya en aquella ocasión hubo quienes afirmaron que las elecciones habían sido manipuladas, el verdadero despropósito fue su reelección, completamente fraudulenta, en 2017. Incluso la Secretaría General de la OEA señaló una larga serie de graves irregularidades y negó la más mínima fiabilidad al resultado; el Secretario General de la Organización llamó a la repetición de las elecciones.

Honduras es un país devastado no solo por la pobreza sino también por la violencia ejercida por una oligarquía que recurre con total impunidad a la Policía (que en parte está militarizada), al Ejército e incluso a sicarios, como pone de manifiesto y se trata solo del caso con mayor repercusión internacional, el asesinato de la activista Berta Cáceres. En los últimos años el gobierno hondureño ha dedicado el 5,82% de su PIB a defensa, lo cual evidencia la absoluta despreocupación por la terrible situación en la que vive la inmensa mayoría del país, y desde la reelección fraudulenta de Juan Orlando Hernández la situación ha continuado deteriorándose en el último año, produciéndose emigraciones masivas cuyas remesas representan el 21% del PIB del país.

Honduras es considerado actualmente como un país en que todo es posible, pero no pasa nada. La corrupción en el Ejército, la Policía, la administración y la política es estructural, crónica y masiva (existe un 90% de impunidad en los crímenes). La dependencia geoestratégica y económica impide cualquier política dirigida a la independencia y la soberanía nacional. Una parte importante del país está controlada por las maras y el narcotráfico.

La comparación superficial de los casos de Honduras y Venezuela y de la respuesta proporcionada por la autodenominada “comunidad internacional” en cada caso, hace evidente el doble rasero de nuestros gobiernos y de las organizaciones internacionales. Mientras las injerencias en el caso de Venezuela son permanentes y se justifican distorsionando y desfigurando la realidad del país, la “comunidad internacional” no reacciona de ningún modo ante la situación trágica en la que se encuentran los hondureños, y si toma alguna iniciativa, lo hace de modo que la perpetúa y agrava.

El Estado español no ha sido ajeno a este proceso. Desde el 2014 mantiene un proyecto de cooperación, denominado “Gobernabilidad democrática y estado de derecho”, cuyo fin es ayudar a crear un Código Procesal que la oposición y los indígenas consideran que está dirigido a criminalizar las protestas sociales y a legitimar el actual sistema judicial hondureño. A ello se suma que tras el fraude electoral de 2017 la Embajada española intervino a favor del reconocimiento de José Orlando Hernández.

El gobierno español se conduce, pues, con una hipocresía vergonzosa. Por un lado, expresa su preocupación por las supuestas violaciones de derechos humanos en Venezuela; además acoge, haciendo un uso impropio del estatus jurídico de refugiado, a una oligarquía que conspira, desde Madrid, para derrocar a Maduro; y para colmo da cobijo en la Embajada en Caracas al prófugo Leopoldo López. Por otro, sin embargo, guarda silencio e incluso coopera activamente con un gobierno carente de cualquier legitimidad democrática, obviando la situación terrible que se vive en Honduras y evidenciando que, en este caso, no le preocupan los derechos humanos, ni las elecciones libres, ni la pobreza.

La comparación entre los casos de Honduras y Venezuela no es arbitraria: el despliegue de 300 marines en Honduras precisamente cuando el gobierno usurpador de Juan Orlando Hernández se tambalea bajo la presión popular evidencia que estos acontecimientos se insertan en un contexto geopolítico de dimensiones como mínimo continentales:

Históricamente, EE.UU. ha intervenido en 64 ocasiones en 20 estados de América Latina. Estas intervenciones van desde la apropiación militar de grandes extensiones territoriales (México, 1846) a promover golpes de estado (Chile, 1973), pasando por la ocupación de países durante décadas (Cuba 1906, Nicaragua, 1912). 36 de estas 64 intervenciones han sido abiertamente militares.

En lo que se refiere concretamente a Honduras, EE.UU. invadió este país en 1924. En 1981 la ocupa de nuevo militarmente para formar y apoyar a la contra nicaragüense. En 1984 refuerza su presencia en apoyo a la contra. Actualmente EE.UU. tiene 13 bases militares en territorio hondureño.

El golpe contra Zelaya y su posterior inhabilitación para concurrir de nuevo a las elecciones, constituyó el primer eslabón de una cadena de maniobras desestabilizadoras (desde la retorsión de la arquitectura constitucional a los juicios-farsa) cuyo objetivo era y sigue siendo, poner fin a los gobiernos bolivarianos de Uruguay, Brasil, Ecuador, Argentina y Venezuela. Las masivas protestas del pueblo hondureño, igual que las movilizaciones en Argentina, Brasil o Ecuador, constituyen focos de resistencia inesperados con los que los intentos de restauración en América Latina del viejo orden bajo batuta de Washington no contaban. Esas movilizaciones populares justifican que alberguemos la esperanza de que será imposible revertir por completo el ciclo histórico abierto a finales de los 90 para toda América Latina.

Por otra parte, la atención prestada por Washington a la situación en Honduras no se puede explicar sin tener en cuenta la existencia en este país de trece bases militares que sin duda pueden formar parte del plan de hostigamiento contra Venezuela, reafirmado todavía durante la presidencia de Barack Obama e intensificado bajo el gobierno de Donald Trump. A los intereses geoestratégicos de EE.UU. se añaden, además, los intereses económicos de Canadá, que controla las industrias extractivas del país y las gestiona de modo especialmente dañino para las comunidades indígenas.

Honduras es un caso en el que fracasan sistemáticamente los procedimientos habituales para su control y sometimiento: golpes de estado, elecciones fraudulentas, asesinatos selectivos, … Esa es la razón por la que EE.UU. ha decidido enviar tropas que colaboren activamente en la represión de toda forma de resistencia que intente cambiar la situación actual.

El Frente Antiimperialista Internacionalista, por tanto, condena una vez más la injerencia norteamericana en Latinoamérica en general y en Honduras en particular y repudia asimismo la complicidad sumisa y el silencio hipócrita de los gobiernos de España y de Europa.

El Frente Antiimperialista Internacionalista, por último, expresa su apoyo a las movilizaciones sociales del pueblo hondureño y alberga la esperanza de que al fin, diez años después, se ponga fin a la situación de usurpación que comenzó con el golpe contra Zelaya y que persiste desde entonces.

(Descargar en PDF)


LLAMAMIENTO A LA CAMPAÑA: DÍA INTERNACIONAL DE LOS CRÍMENES ESTADOUNIDENSES CONTRA LA HUMANIDAD

En agosto de 2018, el Presidente de Bolivia, Evo Morales, anunció al mundo una Campaña promovida por un grupo de intelectuales latinoamericanos para declarar el día 9 de agosto como Día Internacional de los Crímenes Estadounidenses Contra la Humanidad. En ese día de 1945, EEUU lanzó su segunda bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Nagasaki.

Este llamamiento fue muy bien acogido y apoyado por la población latinoamericana y la dirigencia de los países que han sufrido y están sufriendo el hostigamiento incesante y criminal del imperialismo norteamericano para imponer su dominio absoluto en el hemisferio.

Por el contrario, este llamamiento apenas tuvo eco en los países centrales, en particular, en aquellos como el estado español en los que, siendo potencias subordinadas, sus actores políticos, jurídicos, empresariales, mediáticos y militares, juegan un papel esencial de complicidad y participación en la guerra que libra el imperialismo contra los países que no se someten.

El Frente Antiimperialista Internacionalista sostiene que la guerra imperialista abarca todo tipo de intervenciones sobre quienes dificultan impiden o se resisten a la dominación de los EEUU y sus aliados: guerra económica, guerra mediática, acoso político y judicial, ejércitos mercenarios, grupos terroristas y todo tipo de criminalización de sus víctimas.

La historia es implacable: EE.UU. ha intervenido en 64 ocasiones en Latinoamérica, en 20 estados, 36 de ellas con acciones militares; más de 35 veces lo ha hecho directamente desde 1945 hasta la actualidad en diversas partes del mundo, y en innumerables ocasiones y de forma permanente lo hace de forma encubierta. Refuerza el militarismo con instrumentos como la OTAN, vulnera de forma cada vez más explícita y creciente el derecho internacional, incumple sus compromisos e instrumentaliza las instituciones y tratados internacionales.

Por tanto, consideramos primordial que esta campaña sea apoyada desde los países centrales como resistencia y lucha contra aquellos gobiernos que sostienen una política seguidista y subordinada a los EE.UU. a pesar del daño y el riesgo que supone para sus pueblos.

Hacemos un llamamiento a apoyar la Campaña cuyo contenido se recoge en la Declaración Mundial Contra los Crímenes Estadounidenses Contra la Humanidad, que se transcribe a continuación.

La campaña puede ser apoyada individual o colectivamente, firmando la adhesión en el formulario que figura abajo, adhesiones que serán transmitidas a los promotores de la campaña internacional. Ulteriores acciones de esta Campaña serán debidamente anunciadas en nuestra web.

DECLARACIÓN MUNDIAL CONTRA LOS CRÍMENES ESTADOUNIDENSES A LA HUMANIDAD

Texto redactado el 17 de Julio de 2017 por el sociólogo Atilio A. Boron, el escritor Alejo A. Brignole, la investigadora Telma Luzzani, la periodista y la escritora Stella Calloni, en el marco de la campaña por el 9 de agosto – Día Internacional de los Crímenes Estadounidenses Contra la Humanidad.

NOSOTROS, LOS PUEBLOS Y NACIONES DEL MUNDO, DECLARAMOS:

I

Que la civilización, entendida como expresión plural, diversa y multicultural que da cobijo a todas las manifestaciones humanas, a la convivencia entre los pueblos y provee el marco natural para el desarrollo pleno del ser humano, reprueba y condena enérgicamente las acciones políticas y militares estadounidenses en todo el mundo que vulneran flagrantemente las convenciones internacionales, los valores humanistas y los protocolos del derecho internacional expuestos en el marco de las Naciones Unidas y en organismos creados para hacer posible la justa convivencia entre los pueblos.

POR TANTO:

DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS las reiteradas expresiones del horror programado practicadas por los diversos aparatos estatales de Estados Unidos en todo el mundo. Condenamos además sus intentos de legitimar la violencia militar y diplomática que ejerce, apelando en sus discursos y proclamas a principios democráticos y republicanos, los cuales son vulnerados tanto en su política exterior, como interior.

DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS que Estados Unidos a lo largo de todo el siglo XX, y en lo transcurrido de este siglo XXI, haya fomentado, utilizado, perfeccionado y legalizado la tortura como método para alcanzar objetivos económicos, represivos y de dominación ideológica. Entendiendo que esta utilización sistemática, continua y organizada metodológicamente, ha terminado por naturalizar todo aquello que la civilización debe erradicar: el terror, el abuso cruel y despiadado de unas personas contra otras, la dominación de unas naciones por sobre el resto, el terrorismo de Estado, y la desintegración de la voluntad moral que todo persona humana debe poseer, pero que el temor a la tortura desvanece.

DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS las irrefutables muestras dadas por Estados Unidos como un Estado torturador que no sólo aplica, sino que legitima la violencia, organizando recursos y personas para la tortura, desplegando estas capacidades en todo el mundo, publicando manuales para instruir sobre formas de tormento y entrenando especialistas para la estas tareas de lesa humanidad.

DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS las acciones unilaterales de Estados Unidos en todo el mundo que, pretendiendo ser legales utilizando los foros democráticos mundiales como las Naciones Unidas contravienen todo principio de convivencia entre las naciones, generando guerras innecesarias y millones de muertos dispersos en múltiples conflictos, junto a la destrucción de ciudades e infraestructuras en todo el mundo, llevando de esta manera la degradación, la muerte y la desesperación a millones de seres humanos, por el simple hecho de no aceptar las políticas impuestas por Washington.

DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS que Estados Unidos sea poseedor de un millar de bases militares en todo el mundo, pues esta presencia convierte a ese país en una nación colonialista, opresora e irrefutablemente imperialista que no solo pervierte los ideales humanistas con que fue fundada en 1776, sino que además convierte al resto del mundo en un campo cautivo de su poderío militar, sin que ningún organismo o foro internacional lo autorice o habilite.

DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS que Estados Unidos realice asesinatos selectivos en todo el orbe, que financie y construya centros clandestinos de detención de personas, que promueva la persecución política seguida de muerte o tortura para miles de intelectuales, activistas y líderes sociales que no comulgan con las estrategias de Estados Unidos en el mundo, entendiendo que tales prácticas promueven un sistema de convivencia internacional retrógrado y que degrada la civilización.

DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS que Estados Unidos ejerza en su diplomacia y con su poder militar y económico, vulneraciones reiteradas, intencionales y programadas, de gran parte de los principios contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sancionada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, convirtiendo a Estados Unidos en la nación que más ha vulnerado y vulnera actualmente todos los artículos contenidos en dicha Declaración Universal. Y que, por tanto, debe ser considerada una nación peligrosa para la convivencia mundial y contraria a todo humanismo, pues promueve la disolución de los lazos fraternos que deben ser la base de la civilización, lesionando la concordia entre las naciones.

Los pueblos y naciones del mundo DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS las acciones militaristas, los intervencionismos armados y las injerencias políticas de Estados Unidos en diferentes países, cuyas consecuencias más visibles son la muerte, las hambrunas, la destrucción de tejidos sociales e infraestructuras básicas que mediante bombardeos, invasiones y ataques por tierra y aire, consiguen arrasar todo aquello que no conviene a la supremacía global estadounidense, convirtiendo al planeta en un lugar inestable y condenado al sufrimiento, solamente para satisfacer las apetencias de un solo Estado nacional dominante y carente de una moral humanista efectiva.

Por último, DENUNCIAMOS Y CONDENAMOS todo intento propagandístico y discursivo por parte de Estados Unidos, de mostrarse como una nación defensora de la humanidad, de la democracia y de los mejores ideales para la convivencia internacional, pues nada de ello resulta coherente con las acciones constatables en su historia moderna. Hoy sabemos que los recursos que Estados Unidos destina a ayudas humanitarias y proyectos de cooperación e incentivos a la democracia, son concebidos para obtener resultados estratégicos o para instalar el concepto de que Estados Unidos es una nación benefactora, en vez de un Estado agresor que tortura, oprime y limita el desarrollo de naciones y sociedades en todo el mundo.

II

Porque las acciones militares y políticas estadounidenses han vulnerado de muchas y muy variadas maneras la dignidad humana, sembrando la muerte, la desnutrición, el atraso económico, promoviendo y financiado dictaduras, asesinando militantes y dirigentes humanistas, desapareciendo y torturando masivamente a personas, bombardeando ciudades y poblaciones civiles indefensas…

DECLARAMOS Y ADVERTIMOS: Que para su subsistencia, las generaciones futuras deberán comprender y luego actuar políticamente para poner fin a la filosofía necrófila, militarista e imperialista que los Estados Unidos de América aplica con sus crímenes internacionales, incluidos los graves delitos ecológicos que perpetra para su exclusivo beneficio económico y el de su empresas trasnacionales diseminadas en todo el mundo, dilatando, además, la firma de protocolos internacionales y malogrando acuerdos para la defensa ecológica y la reducción de contaminaciones.

Que las guerras preventivas, las torturas programadas y la persecución de opositores junto a la devastación de ecosistemas en todo el planeta impuesta por una filosofía del lucro infinito, deben cesar. Y para que ello ocurra, los pueblos del mundo tienen el imperativo de responder a la destrucción sistemática que impone la política exterior de Washington.

Que sin desconocer ni abjurar de las múltiples aportaciones del pueblo y la sociedad estadounidenses al género humano en el campo de las ciencias, la cultura, el arte y el progreso tecnológico, debemos condenar todo aquello que pervierte, degrada y diluye esos valiosos aportes al mundo, comprendiendo y defendiendo la idea que ninguna nación tiene mayor derecho sobre otra, ni ninguna cultura, ser humano sociedad puede arrogarse el derecho a la dominación y a tutelas de ningún tipo.

POR TANTO: Ante la multitud de crímenes estadounidenses contra la Humanidad, designamos una fecha conmemorativa en homenaje a esos pueblos, países y sociedades que fueron aplastados por la voluntad y la ambición de un único Estado que busca someter por diferentes métodos a casi todas las naciones del orbe. Desde las remotas islas de Pacífico, a los Estados Europeos, desde África Subsahariana, Oriente Medio, Asia o América Latina, todas han sufrido en su suelo los estragos del militarismo y la diplomacia intervencionista de Estados Unidos.

En esta perspectiva histórica y humanista, que está libre de ideologías sectarias, más que los que alienta un humanismo universal y horizontal…

PROMOVEMOS: Que el día 9 de agosto sea reconocido por las naciones de mundo, como el DÍA INTERNACIONAL DE LOS CRÍMENES ESTADOUNIDENSES CONTRA LA HUMANIDAD, por ser aquel 9 de agosto de 1945 el día en que la ciudad de Nagasaki fue innecesariamente destruida por un segundo ataque atómico. Bombardeo de magnitudes genocidas que se realizó con el fin de enviar un mensaje disuasorio a la Unión Soviética sobre el poderío estadounidense y que ocasionó una masacre brutal entre la población civil. Vaya esta fecha como una más de las muchas que podrían servir como un recordatorio oprobioso para la civilización sobre el rol estadounidense en la historia del último siglo y su desprecio por la vida humana.

Todos los pueblos del mundo que se sientan unidos por ideales fraternos, por principios de convivencia pacífica y de concordia en la diversidad, pueden alzar esta consigna universal para permitir que la Civilización continúe un derrotero edificante basado en la igualdad ante la ley y con un derecho internacional liberado de hegemonías y dominaciones sectarias.
LAS Y LOS ABAJO FIRMANTES, QUE NOS DECLARAMOS MILITANTES POR OTRO MUNDO POSIBLE, MÁS PACÍFICO, COOPERATIVO, RESPETUOSO CON LA MADRE TIERRA Y LIBERADO DE COLONIALISMOS Y MILITARISMOS, DECLARAMOS A ESTADOS UNIDOS, SU GOBIERNO Y SUS GRANDES CORPORACIONES COMO ACTORES QUE PONEN EN PELIGRO LA CONTINUIDAD HUMANA EN EL PLANETA Y EL PROGRESO DE LA CIVILIZACIÓN.

QUE LA PAZ ENTRE LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD SEA SIEMPRE EL LENGUAJE QUE NOS UNA Y NOS CONDUZCA A UN CRECIMIENTO COMPARTIDO.

(Descargar Llamamiento, en PDF)

(Descargar CARTEL)

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